sábado, 5 de mayo de 2007

Un Pergamino en la Norte-Sur


Hace unas semanas atrás, iba violentamente rápido y apurado por la Norte-Sur, 6 de la tarde y el día estaba algo gris, lo cual agradecí entre tanto agobiante verano. El paisaje era más bien lánguido: autos, camiones, cemento por doquier, industrias grises con chimeneas grises humeando gris (como fabricando las nubes), el horizonte deslucido y una pareja de pololos colegiales besándose en un paradero, el cual tenía como afiche una gran lámina brillante color cobre. Esa pareja de pololos, besándose, apoyados en ese afiche, hizo que todo el enorme y sombrío entorno detrás de ellos fuera como un océano y ellos dos una isla; justo sobre sus cabezas con chapes y gomina, se reflejaba el sol poniente e hizo que el gran afiche los bañara a los dos en sepia. De manera sublime y maravillosa, la pareja de pololos, vestón y jumper, mochilas al piso, se enmarcaron a sí mismos como una verdadera postal, un genuino pergamino, de esos románticos, de feria de artesanía, que dicen que el amor es como una plantita.

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