sábado, 13 de octubre de 2007

La Geometría de los Amigos I

Hace ya algún tiempo que los amigos y la noción de los círculos me son casi una sola y la misma cosa; un bonito coqueteo entre cómo funcionan en un cierto nivel las amistades, y la noción de algo no sólo cíclico, sino también redondo. Alguien me hizo ver una vez que los amigos no son en sí ingratos, sino que cada amigo tiene con uno una relación tácita, rítmica, única, periódica, asociada a tiempos y distanciamientos. Tal idea, de que con cada amigo uno tiene un ritmo propio de reencuentros, que las amistades se dibujan como un verdadero sistema solar, no parece en lo absoluto un misterio, pero la noción de que el distanciamiento con esa persona no es sino la promesa del retorno, me parece, al menos, curiosa y muy bonita. Curiosa porque, como los grandes acontecimientos de la historia, aquellos amigos más lejanos de pronto cobran una inusitada elegancia; una importancia ganada espontáneamente, poniendo pies arriba una de las jerarquías más lógicas y naturales. Hermosa porque alterna la ingratitud y la distancia por un compromiso implícito y silenciosamente agendado.

La Geometría de los Amigos II

Gracias a una larga cadena de circunstancias y casualidades, (idealmente infinita, remontable al día en que los padres de los padres de nuestros padres nacieron) hace 2 años me encontré con una amiga que no veía hace 10 años.
Con el tiempo, gracias a ella, volví a reunirme con otros grandes amigos con quienes había perdido contacto también desde entonces, conocí además a uno de los mejores clientes que tiene la oficina hasta ahora, quien a su vez hizo conocido nuestro trabajo a otros tantos clientes; me incorporó a un nuevo grupo de amigos, del cual conocí a mi actual enamorada, quien resultaría ser prima de la mejor amiga del cuñado de mi mejor amigo, vieja amiga de otra vieja amiga mía, y cuñada de un amigo a quien no veía ni más ni menos que hace 20 años.

El Baile de los Titubeantes

El protocolo lo obligó; hábilmente y con la caballerosidad que exudaba hasta por los poros, no obstante, improvisó un beso en la mejilla de la chiquilla que acababa de reconocerlo entre el bullicioso gentío, sin sospechar que entre su caballeroso gesto y esa lozana piel, se iba a interponer ese tibio y plástico aparato celular que ella, secretamente, hace rato ya llevaba al oído. Ante tal inesperada y ácida burla de la modernidad, cabría preguntarse entonces: ¿quién sintió el beso? La joven al celular, o la persona al otro lado de la conversación?, pero aún más central: quién se bifurca? La chiquilla que habla y saluda al mismo tiempo? El incógnito que oye palabra y beso simultáneamente? O el hombre que galantea y repudia al unísono?. Una hermosa sinfonía de la dicotomía, un mínimo y fugaz instante en que tres extraños coinciden, titubean, y se encuentran, todos ellos juntos, en el inmaculado y encandilante patio de las confusiones.

Te recuerdo Amanda

1./ me compré un paquete de morochas y me salió una museo (la del oso panda.)
2./ me compré un paquete de corbatitas y me salió un espiral.
3./ canté “…suenan las sirenas…” y sonó la alarma del instituto del lucho jara.
4./ y a Bertoni le salió una palta entre la ensalada de lechuga.

TvX II

1./ Una marca nacional de zapatos, en su última campaña decidió cerrar brillantemente sus spots en radio y tv con el siguiente slogan: “Imposible tener uno sólo”.

2./Las diversas y bulladas estrategias que Líder ha llevado a cabo para reducir sus costos podrían ser la única excusa para entender la paupérrima calidad de sus spots radiales. No obstante, podrían aprovecharse aún más de dicha filosofía y retirar definitivamente dichos comerciales del aire, ahorrarse así aún más pesos y gritar a viva voz: “ésta es otra pequeña ayuda de Líder”

3./La inverosímil y revolucionaria ampolleta inalámbrica…no es acaso una vil y silvestre linterna con forma de ampolleta?!!

4./Una de las obras emblemáticas del arquitecto francés Jean Nouvel, fiera vip del jet set arquitectónico mundial de los 90, es el Instituto del Mundo Árabe en Francia, construido en 1987 a base de paredes compuestas por maravillosos obturadores que regulaban automáticamente el paso de la luz al interior del edificio. Eclipsado por el mito, se dice que tal ridícula inversión nunca siquiera funcionó, o que después de un breve tiempo decidieron “apagar” los obturadores por un asunto de ahorro. El punto es que 20 años después, el inconveniente fue hábilmente resuelto por $1990 chilenos; todo gracias a una modelo, tambien francesa, y su shampoo. Hasta hace unas semanas atrás, la escultórica Laetitia Casta aparecía en un spot de TV sacudiendo en cámara lenta su frondosa y brillante cabellera, iluminando cual destello religioso, todo el lugar, bañándolo de reflejos sublimes, encandilando a todos los extraños que la contemplaban asombrados, cayendo todos, irremediablemente, bajo el implacable hechizo (del capitalismo) de su cabellera. La maravillosa Laetitia, el grupo de vacas en el prado que la admiraba, y los reflejos idílicos de su pelo recien lavado, no estaban en otra parte sino que en el mismísimo Instituto del Mundo Árabe.