Silenciosas, como líneas ascendentes infladas de vida, como verdaderos soplos de belleza, las velas al viento navegan por todas partes, lanzándose al cielo como bocanadas frescas de felicidad. Pueden existir en las más diversas escalas, en los más diversos rincones y pueden durar una eternidad o un simple guiño. Son vigorosos símbolos de energía, blancas superficies a punto de reventar, capaces de viajar optimistas, ágiles y persistentes, empujando con fuerza hacia el norte de todas las cosas.
viernes, 4 de mayo de 2007
La AutoInfidelidad I
Cada vez que uno se enfrenta a un proyecto debiera olvidar todo lo que sabe, volverse amnésico, y volver a mirar las cosas como por primera vez, despojado de toda experiencia, de todo prejuicio, de modo de volver a conocerlas; es en cierto sentido aprender a ser infiel con uno mismo, y rechazar de raíz todas las continuidades, los estilos. Al mismo tiempo, en cada proyecto uno debiera dejarlo todo, entregarse de manera absoluta, volcar lo que se tiene como si no hubiera nada que reservar ni atesorar. Uno tiene siempre que olvidar lo que se tiene, y uno tiene siempre que sacar fuera lo que uno es, y cada proyecto debe ser siempre como la primera y última cosa que hacemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario